La barrica es un recipiente de madera utilizado para la crianza del vino. Un error frecuente es pensar que el vino se introduce en la barrica para darle sabor a madera. No es así. El vino se deposita en estos recipientes con el fin de fusionarse con la madera pero siempre que la barrica respete al vino y no destaque o supere el sabor.
El tipo de barrica más habitual es la denominada «bordelesa». Ésta tiene una capacidad de 225 litros y son elaboradas con madera de roble. A pesar de que se han realizado pruebas con otros tipos de maderas (acacia, cerezo y castaño), el roble ha sido la más escogida. Los robles utilizados hasta ahora han sido los de tipo francés y americano pero cada vez es más habitual encontrar barricas de roble de nuevas procedencias (Balcanes, Portugal y Rusia).
En la actualidad, se utiliza madera de roble nueva ya que cuanto más joven sea la barrica, más aporte y oxigenación tendrá el vino. Transcurridos unos años, más de cinco, es posible que los poros de la barrica se cierren, no existirá oxigenación y el vino perderá los sutiles aportes de la madera.
La fabricación de la barrica se hace con fuego para darle forma y el toque tostado. Cuánto mayor sea el tostado de la barrica, más aromas ahumados y tostados y, menos caninos de madera tendrá el vino.
En definitiva, la crianza de un buen vino depende de una buena barrica. Aunque cada bodega, enólogo o elaborador de vino utiliza un criterio de vino en función del producto que ofrece todos tienen un facto común, una barrica de calidad.