El origen del poteo

poteoLos caldos en Vizcaya, básicamente vinos de arena y chacolí, eran para consumir dentro del año. No eran suficientes para saciar tanta demanda, por lo que se importaba por tierra y mar y era -y sigue siendo-, un vínculo de sociabilidad, con las tabernas como templo de culto a blancos, tintos, dulces y secos que llegaban desde Europa, Asia y el resto de la Península.

Bilbao era un puerto importante que servía como punto de redistribución de vinos y licores hacia el norte, mermando como uno puede imaginarse, durante su paso y almacenaje y haciendo casi imposible el control por parte de las autoridades, que se esmeraron en imponer aranceles al morapio de Portugal y del resto del Cantábrico, para proteger el precio de la producción local. Pero nones.

Cuando llegaban a Bilbao, y antes de ser redistribuidos, menguaban durante el siguiente transporte y almacenaje, hasta que llegaba al consumidor final. Cuando llegaba. Las tabernas y mesones eran más frecuentadas que las iglesias. Los taberneros eran fiadores, ya que el bilbaíno era cumplidor y volvía el día siguiente a saldar su deuda y contraer una nueva. Y las autoridades comenzaron a controlar los garitos, obligándoles a identificarse con medios barriles a la entrada. Esta práctica ha perdurado hasta la actualidad, aunque hoy se usan esos barriles como mesa y posa-ceniceros. Como en cada local se servía un tipo determinado de trinque, éste debía identificarse en aquellas barricas situados a la entrada, lo que originó que los clientes deambularan buscando un tipo y origen determinados.

Y así nació el poteo.

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